La belleza es proporcional a cada acto. Es un alivio verter el miedo y el odio dormido en un abrazo sincero, destruir la desdicha con una sonrisa prestada — robada— porque sencillamente pertenece a otros ojos, a otra piel, a una ideología totalmente diferente a la mía pero que, al fin de cuentas, esa sonrisa es mía en el instante mismo en el que sus ojos brillan cuando en el asfalto una nota musical se desprende de sus labios.
El pedazo
de cielo en este hondo infierno, me lo da el espacio que ocupa su presencia en
la tierra, es un aliciente tener la estadía de su ser en estos tiempos sin
tregua.
Entre el
recuerdo y la colación de su recuerdo, hay un temblor bajo el cielo del sueño; y
el recuerdo, lo vivido y lo no vivido, se convierte en una realidad
convincente, es un milagro de la mente en el que lo que se quiere, lo que se
anhela, esta justo en frente, se desliza sin pena ante tus ojos y te demuestra
que el mejor tiempo y espacio esta cuando los ojos en su tiempo de descanso
esconden otra historia, una que es perfecta, que se eleva en rojos frutos de
labios vivos, en la vida que sus ojos narra.
El dolor
del rechazo se ha quedado en el aposento del sueño y allá mismo se quedó un
beso y otro que jamás fue negado. Era real, parecía haberlo disfrutado, pero se
negaba a sentir algo más que compasión. siempre pensé que el llamativo roce de
sus labios era más que compasión que, en algún recóndito lugar de su alma había
algo de infinito amor.
Me abrazo
su formidable figura. Interrumpida es la felicidad en un sueño perfecto.
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