Un mundo de colores invadiendo un espacio libre del pensamiento dudoso del hombre. Entre verdes hojas se escapan los buenos recuerdos, y una nube de espantosos demonios alumbran la llegada de una oscuridad que a simple vista no se ve.
Lo
he dejado todo en un baúl de recuerdos añejados, en el correr del tiempo y en
el ir y venir de personas que solo me aportaron soledad. "La vida
sigue" una voz que bien conozco hace retumbar esas tres cortas frases en
mi mente, pero hay algo más fuerte que lo pausa todo. Hay un silencio que es
viento, furia, y sobre todo soledad. Un ahogo. Penuria.
Y es
que todos vamos campantes por la vida gritando "alegría, alegría"
cuando nuestro mundo interior está rebozado de demonios que hemos ido
construyendo y alimentando con el pasar de nuestros días en esta vida, y otros que
simplemente se metieron sin permiso, a socavar una paz que suponíamos tener.
He
perdido la cuenta de las largas noches en las que he tenido que sobrellevar el
peso de la soledad, y de los largos días en los que las horas hacen las veces
de aguijones punzando la piel. Largos y dolorosos meses han transcurrido, y con
ellos innumerables aconteceres que, de tan abrumadores, llegan a ser una nada
que espanta, un veneno que lentamente, sin que te des cuenta, ganas de respirar
ausenta.
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