Sin dudarlo un segundo dijo: — me voy—. Quedé atónita y sus palabras aún hoy retumban en mi cabeza. Ese "me voy" trazó una línea entre lo roto y lo irreparable, fue un antes y un después de la nada.
Entre sueños y realidades, me di cuenta de que marcha atrás lastimosamente no había, y que me había quedado enredada en un sentimiento que me pertenecía solo a mí, que ya no era compartido, y que las soledades en estos días donde la compañía es premura, se iban a tornar más longevas.
—Dame un mes para irme. En treinta y un días exactos me marcho. No me veras más, seré un leve recuerdo en tu vida, y con el pasar de unos meses más no recordarás letra alguna que lleve mi nombre—.
Mi silencio lentamente se tornó en un llanto apacible, que poco a poco se transportó al plano físico.
Estaba soñando.
❤️❤️
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