lunes, 22 de junio de 2020

TRANSICIONES

Sin dudarlo un segundo dijo: — me voy—.  Quedé atónita y sus palabras aún hoy retumban en mi cabeza. Ese "me voy" trazó una línea entre lo roto y lo irreparable, fue un antes y un después de la nada.

Entre sueños y realidades, me di cuenta de que marcha atrás lastimosamente no había, y que me había quedado enredada en un sentimiento que me pertenecía solo a mí, que ya no era compartido, y que las soledades en estos días donde la compañía es premura, se iban a tornar más longevas.

—Dame un mes para irme. En treinta y un días exactos me marcho. No me veras más, seré un leve recuerdo en tu vida, y con el pasar de unos meses más no recordarás letra alguna que lleve mi nombre—.

Mi silencio lentamente se tornó en un llanto apacible, que poco a poco se transportó al plano físico. 

Estaba soñando.

 

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