martes, 9 de septiembre de 2014

LA CULPA ES DE SU APARICIÓN

Vislumbrados los ojos y dilatados los poros por el suave arrullo del silencio frío. Ya vendrían los días de profundas reflexiones y recuerdos en llanto.

Ya no están los jazmines en las noches y el consuelo más grande es la magistral Luna; cambian los colores del cielo y las nubes protectoras bailando saludan las constelaciones.  Desgastaría mis ojos en el espectáculo nocturno, en su aparición majestuosa e inevitablemente mis ojos serían un mar.


Caminan sin caminar los ríos, lejanos están los besos que desposan el alba y ella tan cercana acaricia con su manto gélido los amantes y los desdichados. Cuan doloroso es el final de la noche cuando ella no está. No quiero desprestigiar el sol.


Cavo túneles invisibles y me acerco a lo lejano, cercano está el delirio de encontrar un descanso; aferrados los miedos a la punta de un risco y una avalancha de frio les congela la vida. Cercana luna.  

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