jueves, 10 de septiembre de 2020

UNA CIUDAD SIN NOMBRE

No se llama ciudad Gótica, no hay superhéroes, no tiene nombre y eso ya es patético.

Los abrazos, los besos y hasta la noche, se esfuman como el humo de un cigarrillo, mientras la soledad es un perfume refinado y agridulce de mi propia autoría.

 No sirve de nada describirlo todo, las pocas montañas, el viento, o el cielo y su sol parco que parece un simulacro. No me conforta observar todo, no por hoy.  Mi ser necesita ensimismarse y por un instante pertenecer a otro mundo, uno surreal que de vuelta y le cambie el sentido a todo, donde los colores cambian de significado, donde los monstruos sean derrotados, y el agua no sólo fluya en un sentido. 

 Deberían de existir  súper héroes acá. Me pregunto en ocasiones por qué no se inventaron unos criollos, algo por el estilo, con capas extraordinarias, de colores y lo más importante: poderes.

Mi hermano era mi súper héroe favorito, el me cuidaba de cuanto peligro había, eso se lo acoto a lo que realmente debe ser un hermano. Ahora no está, perdí su rastro a pesar de la relativa cercanía, dejo de ser mi héroe y aunque lo fuera no podría ayudarme, no con las crisis  existenciales de estos tiempos.

Necesito súper héroes del sentir, ¡eso es! que vuelen con sus capas de colores a la mente, y que colonicen esta ciudad que no tiene nombre, que se enfrenten a mis miedos, que descubran poderes no terrenales, y que enciendan fuego cuando esta sea una ciudad fantasma. 

lunes, 22 de junio de 2020

TRANSICIONES

Sin dudarlo un segundo dijo: — me voy—.  Quedé atónita y sus palabras aún hoy retumban en mi cabeza. Ese "me voy" trazó una línea entre lo roto y lo irreparable, fue un antes y un después de la nada.

Entre sueños y realidades, me di cuenta de que marcha atrás lastimosamente no había, y que me había quedado enredada en un sentimiento que me pertenecía solo a mí, que ya no era compartido, y que las soledades en estos días donde la compañía es premura, se iban a tornar más longevas.

—Dame un mes para irme. En treinta y un días exactos me marcho. No me veras más, seré un leve recuerdo en tu vida, y con el pasar de unos meses más no recordarás letra alguna que lleve mi nombre—.

Mi silencio lentamente se tornó en un llanto apacible, que poco a poco se transportó al plano físico. 

Estaba soñando.

 

DESPEJANDO SOLEDADES

 Un mundo de colores invadiendo un espacio libre del pensamiento dudoso del hombre. Entre verdes hojas se escapan los buenos recuerdos, y una nube de espantosos demonios alumbran la llegada de una oscuridad que a simple vista no se ve. 

 Lo he dejado todo en un baúl de recuerdos añejados, en el correr del tiempo y en el ir y venir de personas que solo me aportaron soledad. "La vida sigue" una voz que bien conozco hace retumbar esas tres cortas frases en mi mente, pero hay algo más fuerte que lo pausa todo. Hay un silencio que es viento, furia, y sobre todo soledad. Un ahogo. Penuria.

 Y es que todos vamos campantes por la vida gritando "alegría, alegría" cuando nuestro mundo interior está rebozado de demonios que hemos ido construyendo y alimentando con el pasar de nuestros días en esta vida, y otros que simplemente se metieron sin permiso, a socavar una paz que suponíamos tener.

 He perdido la cuenta de las largas noches en las que he tenido que sobrellevar el peso de la soledad, y de los largos días en los que las horas hacen las veces de aguijones punzando la piel. Largos y dolorosos meses han transcurrido, y con ellos innumerables aconteceres que, de tan abrumadores, llegan a ser una nada que espanta, un veneno que lentamente, sin que te des cuenta, ganas de respirar ausenta.