Cuando caía la lluvia se desdibujaron claridades supuestamente infinitas. volvía la melancolía cuan verano después de invierno, nada era cálido, excepto el pensamiento que hacia arder la amente. su voz confundía todo a tal punto en el que irremediable era querer escapar.
recuerda la lejana cercanía, la ausencia de un cuerpo que cientos de kilómetros cobijan, la presencia de un alma que su presencia toca. se paseaba por un sueño que permitía observarlo todo desde un angulo desolador, sus ojos entreabiertos observaban el frívolo techo de su habitación, ahí, ahí supo que había vuelto a caer en un juego que quemaba e inevitablemente las llamas se habían propagado por todo su ser, ¿qué ha pasado?¿qué le han hecho?.
Que absurdo, increíblemente absurdo. Discutir y redundar en algo que solución tiene
donde termina el infinito, parece que el cólera se hubiese desatado en la madrugada después de haber derramado lágrimas de impotencia. Al cerrar los ojos había un
vacío que sin duda producía pánico, no habían salidas, luz era oscuridad y las voces
que tonalidades de dolor guardaban jugaban con la mente.
Cómo abandonar una guerra que siempre fue avisada, una a la
que sin embargo te quisiste afrontar, a la que no tuviste miedo. Ahí se daba cuenta que el olvido hacía parte de un capricho, que era imposible dejar de amar
cuando la primera impresión había sido el alma, cuando aun lo seguía siendo.
Solo quedaba recorrer un camino: el de pieles suaves que acarician miradas, el de besos cálidos que avivan sonrisas, el de pisadas que unen cuerpos y almas traicionadas. no recordaba como había empezado; como terminaría siempre era una incógnita, en supersticiones no creía, menos en el futuro que se desdibuja al tiempo en que se dibuja el presente. Perdida estaba y su encuentro era tan difícil como contar las arenas de aquél mar intraspasable.
Caminaba bajo la lluvia, ahogaba el paso la ausencia, perdía prisa su mirada y el sórdido espejo que formaba el charco le mostraba el doloroso camino de la aceptación, buscaba el martillo para romper el vidrio acuoso que romper es imposible cuando el miedo atrofia su mirada. Camina, busca un lugar, un sentido... su voz, su mirar.
Va pasando la avenida. de nuevo el alba.

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