Su llanto irrumpió en el silencio de la madrugada. Sollozos tristes, lagrimas que humedecen una distancia de millas incontables. ¿Qué te pasa? -decía, y sus lágrimas escurrían bajo unos parpados lastimados por la furia inconsolable de las gotas incesantes.
No desearías escuchar el llanto que brota de sus ojos, el llanto de quien sufre de tal forma, de quien sus palabras son prisioneras de nudos que emiten sonidos desgarradores.
Impotencia arraigada al cuerpo y sufrires que avisados fueron, desvisten la fuerza que irradia sus ojos. No es tan fuerte, no ahora. Ahora se retuerce en un lecho que no se acomoda a su sufrir. La almohada no merece absorber sus cálidas lágrimas.
El pasado es un fiel hostigador de su sueño: su felicidad y el presente, son un confuso mar de sentimientos enredados entre sí, no logra explicar su estado. Se adueña del cielo vivo, del atardecer de fuego, mientras la noche despierta las mas profundas voces de la melancólica madrugada.
Al pasar las horas, mientras su llanto se apaciguaba, recordaba días saltos de su infancia de soledades perpetuas. Una familia con la unión el las piernas y la hermandad arrebatada. Toda ella es una mezcla de sonrisa valiente, fuerte, melódica e impenetrable; hay otra ella, con un toque de melancolía, sufrida, herida...
El llanto es totalmente vencido por un "no llores mas, por favor"- ahora es escuchada- habla a regañadientes, ahora es comprendida. Ahora es ella quien escucha, quien consuela el llanto de quien en un profundo y abismal precipicio se encuentra.
Se traslado a la etapa pueril, al narrar acontecimientos realizando debidas intersecciones, pausas... obtener una respuesta, o simplemente más preguntas.
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