Recuerdo que cuando era una pequeña, que no alcanzaba los 1.40 de estatura, apoyaba los codos en el chambranal del corredor redondo de aquella vieja finca que me vio crecer, mis ojos se alelaban a tal punto que el viento no les afectaba. Me adentraba en un mundo de premoniciones y de cosas que quizás quería a futuro; ¡era un paseo indescriptible!. Después de volver a la realidad me sentía fatigada, como si me hubiesen azotado, como si hubiese caminado cuarenta y cinco mil kilómetros, entonces... me sentaba y dejaba caer el cuerpo en el corredor de tablas cálidas que había abrazado el sol.
Los recuerdos del viaje eran neblinosos y tratar de recordar era demasiado agotador. Era una salida a un plano ilusorio. si, de esos que alejan de realidades, que jugosamente ayudan encontrarse con un yo que no conocías.
Quizás entre esos viajes de recuerdos grisáceos, déjá vus se adentraban y premeditaban encuentros fantásticos y funestos. En ninguno de esos viajes te vi, no predije nada de lo que me ha pasado, ¿Qué mundo visitaba entonces?¿Por qué me canse tanto?- Creo que son mundos de delirio que pretenden ser evocados para recordarnos quienes somos y a que venimos, pero no, no para mostrarnos un futuro; !si! déjá vus, reales son, eso creo pero... el futuro no se adivina, el futuro es presente...que suerte la mía encontrarte, encontrarme.
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