viernes, 14 de febrero de 2014

VESTIGIOS DE TIEMPOS CAMBIANTES

La tarde espaciosa y húmeda se adentraba en la noche, el azul del cielo se rehúsa a ser recuerdo. 

La llegada de la tarde trajo con sigo un vacío desconsolador, preguntas que tienen una respuesta desde la prehistórica memoria del tiempo. son ecuaciones sin solución alguna, solo queda alzar la mirada y ser espectador del regreso de la intensidad luminosa de unas cuantas estrellas. Veo rostros indiferentes, desconcertados, animosos, ¿qué esconden sus miradas?¿qué quieren decir los movimientos distraídos de sus manos?. Todo guarda una historia, todos tenemos un amante reprimido, una historia que no se escribió por miedo, por la idea funesta de creer que habría tiempo para eso, que podía esperar.
Un día, doce horas, setecientos doce minutos, cuarenta y tres mil segundos; ¡mucho tiempo!, bah, el tiempo es mas que un día, que una noche, corremos, nos cansamos y en otras vamos lento, sin mirar el reloj, sacamos un momento esa palabra dela mente y nos volvemos dueños de una serenidad que termina en desolación; en ganas de saber mas, de conocer mas y en falta de tiempo para realizar un sin numero de cosas que nos apasionan y otro sin numero que nos designa la sociedad y la astucia de supervivencia que debe desarrollar el hombre para enfrentarse a grandes selvas de infortunio, de depredadores que esperan ver la caída para arrancar un trozo.

Reñir con el subconsciente propio y ajeno ¡eso es! a menudo lo hago, tratando de ganar en un juicio que no tiene apelación alguna. Con sigilo me defiendo, en ocasiones es fatigante y me sumerjo en un pensamiento que padece de amnesia. De regreso a la realidad, estrego con parsimonia los ojos cansados de no se que, me recuesto en un asiento mas duro que la realidad misma, que malluga  la columna vertebral, que desplaza un dolor a no se donde, que  produce un no se que. Me siento agotada y el sueño no deja ver su rostro.     


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